Diego Maradona está considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Llevó a los equipos de su club a ganar campeonatos en Argentina e Italia. También jugó con la selección argentina y ganó el Mundial de 1986. Marcó dos goles inolvidables en ese torneo, incluido uno con la mano, al que llamó «la mano de Dios».
Nació en Buenos Aires
Niño prodigio, Diego Maradonna nació en un barrio pobre de Buenos Aires. A los tres años le regalaron su primer balón de fútbol y pronto se aficionó a este deporte. Pronto se incorporó al equipo juvenil de Argentinos Juniors y empezó a demostrar su asombroso talento. Su excepcional visión de juego, sus pases, sus regates y su velocidad, combinados con su pequeño tamaño, le permitían maniobrar mejor que la mayoría de los demás jugadores.
Llegó a jugar en Boca Juniors, el club más grande de Argentina, antes de trasladarse a España. Jugó en varios equipos antes de regresar a su país natal para fichar por el Nápoles, con el que ganó dos campeonatos y una Copa de la UEFA.
En 1984 se casó con su prometida Claudia Villafane, con la que tuvo dos hijas, Dalma Nerea y Giannina Dinorah. Posteriormente se divorció de ella y ha mantenido otras relaciones.
Jugó en Argentinos Juniors
En Argentinos Juniors, un equipo famoso en Argentina por ser la cuna de muchas estrellas, Maradona se convirtió en una leyenda. Debutó como profesional en Primera División el 20 de octubre de 1976, apenas 10 días antes de cumplir 16 años. Fue contra Talleres de Córdoba, y marcó los dos goles del equipo.
Ascendió rápidamente en las categorías inferiores y, en pocos años, ya jugaba en el primer equipo. Su habilidad para el regate le diferenciaba de sus contemporáneos; era capaz de deslizarse entre los defensas con facilidad, gracias a su bajo centro de gravedad y a su equilibrio.
A principios de 1977, debutó con la selección nacional, pocos meses antes de que se celebrara el Mundial en Argentina. Aunque fue apartado de la selección en el último momento, esta experiencia le dio una motivación extra para su carrera. Se volvió más implacable y decidido, y eso se notó en sus actuaciones sobre el terreno de juego.
Ganó el Mundial de 1986
En 1986, Maradona ganaría la Copa Mundial por segunda vez en su carrera. Pero no sólo la ganaría, sino que dejaría un legado como tramposo astuto y oportunista, y como uno de los mejores jugadores de la historia. El infame gol de la «Mano de Dios» contra Inglaterra pondría de relieve las dos caras de este complejo personaje.
Durante el partido, recibió un pase raso de Jorge Valdano cerca del banderín de córner. El balón rebotó una vez y le llegó justo cuando estaba a punto de ser placado por Steve Hodge.
En el fútbol moderno, los equipos se ven obligados a ser más directos en sus ataques. Sin embargo, en 1986, Maradona todavía se sentía cómodo llegando hasta el fondo para crear ocasiones o jugando con balones en profundidad. Este gol es sin duda el ejemplo perfecto. Fue una jugada brillante que dejó a Shilton con los pies en el suelo. Fue el tipo de gol que le convirtió en leyenda.
Se retiró del fútbol
A diferencia de la mayoría de los jóvenes futbolistas argentinos de su época, Maradona no fue llevado a Europa por un gran club a la primera oportunidad. Se quedó en su Buenos Aires natal y ganó dos títulos de la Serie A con el Nápoles. También representó a su país en la Copa Mundial y fue un símbolo de una época perdida en la historia del fútbol.
A pesar de su increíble éxito, nunca olvidó de dónde venía. Apoyó a Castro y al Che Guevara en la revolución cubana, y llevaba un tatuaje del revolucionario en el brazo. En su retiro, luchó contra el abuso de sustancias y una cintura cada vez más ancha. Acabó sometiéndose a un bypass gástrico y se dedicó a presentar un popular programa de televisión argentino.
Al final, el fútbol tal y como lo conocemos no tendría sitio para el Diego Armando Maradona jugador, ni podría acomodarse a él más de lo que lo hizo para Pelé, Franz Beckenbauer o George Best. La concentración de poder en manos de unos pocos superclubes había despojado al juego de su desenfreno e improvisación y de su espíritu renegado.